En el diccionario de la real academia española de la lengua, frecuencia es el número de veces que se repite un proceso periódico por unidad de tiempo. En este caso me voy a permitir el lujo de cambiar el significado, aunque si lo consigo explicar cómo lo siento espero que me podáis entender. No soy escritor y escribir no es mi especialidad ni mucho menos, se meda mejor el contacto que la tinta, pero quiero compartir con vosotrxs una inquietud, la cual me acompaña desde que empecé en el mundo de las artes marciales y deportes de contacto, y quizás pueda ayudaros a vosotrxs también a resolver muchas incógnitas de vuestra vida.
En septiembre del año 1995, en un antiguo gimnasio de granada, comencé a practicar un arte que no se sabía muy bien que era. Lo vendían como Full-contact, pero el monitor utilizaba los codos y las rodillas. Venia de hacer unos 4 años de Karate y al poder tener más contacto, en la primera semana de entreno supe que era lo mío y lo que yo quería practicar.
En noviembre, momentos antes del entreno de uno de los días, se acercó el monitor y me dijo; Que pasa campeón, (así me llamaba y me sigue llamando a día de hoy) el 16 de diciembre (día de mi 16 cumpleaños) hay un Open en Granada, ¿quieres participar? Y yo le respondí no muy seguro, vale, genial. Desde ese mismo instante mi vida tuvo un giro de 180 grados y después de muchos años cuestionándome todo tipo de dudas, creo que encontré algunas de las respuestas.
Cuando digo que todo cambio, me refiero a TODO, absolutamente TODO.
Mi comportamiento con mis amigos del instituto era distinto, al igual que con mi novia, compañeros del trabajo, etc. Mi sueño cambio por completo, mi actitud en general sufrió un cambio, que con esa edad no supe gestionar y ahora entiendo muchas de las trabas que tuve a nivel deportivo.
Con esta reflexión no quiero contaros mi vida, pero si utilizo mi ejemplo para que podáis entenderme y seguro que algunx de vosotrxs os sentís identificadxs.
Solo disfrutaba 100% en el momento de los entrenamientos, lo demás era pura ansiedad y emociones descontroladas.
En casa no me apoyaban, mis amigos me daban por vencedor 1 mes antes, lo que me daba terror solo con pensar en la desilusión que podían llevarse si no ganaba. Al dormir mi cabeza no cesaba, un ruido brutal, no dejaba de pensar en el día del combate. No sabía lo que me iba a encontrar, antiguamente los entrenos no eran como ahora, la psicología deportiva brillaba por su ausencia.
Solo volví a disfrutar al despertarme el día del combate y durante el mismo. En general no fue para nada una buena experiencia.
Pasaron más de 4 años hasta la segunda experiencia como competidor y 2 días antes tuve un accidente de trafico donde me fracturé parte importante del pie derecho. Estando ingresado en el hospital pensé; vaya, más de dos años esperando un combate y ahora mira, que mala suerte. 3 años sin poder practicar, el futbol hizo un buen relevo deportivo en mí, había algo que no me dejaba volver a entrenar y ponerme los guantes, y aquí viene el porqué de contaros mi historia.
No quería volver a entrenar por varios motivos, pero el más importante era porque si volvía a entrenar tenía que ser para competir, y no me apetecía una mierda.
Entrenar por entrenar no tenía sentido para mí, me encantaba la motivación que te daba el tener un combate, aunque no tuvieras una fecha fijada. No sabía hacerlo de otra manera porque siempre lo hice por lo mismo, competir.
Pasó tanto tiempo de un combate a otro que no terminaba de acostumbrarme a esa FRECUENCIA. Y aquí os pido que no le deis el significado que tiene la propia palabra sino a la energía que mueve tu cuerpo dependiendo de la emoción del momento. A eso le llamo yo frecuencia.
Lxs que peleaban cada dos meses, estaban muy acostumbradxs a estar en esa frecuencia, por lo que cada vez se sentían más cómodxs en la misma.
Un/a luchador/a se mueve en varias frecuencias:
1ª Cuando entrenas por entrenar
2ª Cuando lo haces por competir
3ª La semana previa al combate
4ª La noche de antes
5ª El día del combate.
6ª Momentos antes de sonar la campana.
7ª Cuando llega el momento de LUCHAR.
8ª Entre asalto y asalto
Podríamos enumerar más o menos momentos dependiendo de la gestión de las emociones de cada deportista, en este caso lo enumeré en función de mis patrones.
Esto me da la respuesta de porqué cada luchador se siente mejor o peor en cada una de esas frecuencias.
Porque se siente bien en esa emoción debido a la repetición de la misma. Es decir, cuantas más veces estas en una misma frecuencia, más acostumbrado estarás en ella y más tranquilx afrontaras el combate.
Cuántas veces hemos escuchado; con lo bueno que es entrenando y luego arriba no hace ni la mitad, seguro que ha entrenado durante años y ha peleado muy pocas veces. O al revés; mira que entrenando no parece, pero luego se sube y lo borda, lo más probable es que al poco de entrenar, tuvo su primer combate. Cada uno está a gusto en una frecuencia e incómodo en otras. O la clave del éxito; trabajar a gusto en todas las frecuencias. Sabiendo en que frecuencia trabajas peor, puedes prepararte para mejorar este estado emocional. No solo quedándonos con; yo cuando faltan 2 días empiezo a encontrarme nervioso y llego al combate cansado y estresado. Si sabes dónde fallas, puedes, o bien aceptarlo y hacerte fuerte a base de meditar y adentrar en ti o cuando llega el momento ser muy conscientes de que está pasando por tu mente y por qué.
Debido a que todxs tenemos un inicio en el campo amateur y empezamos de cero, hay algo muy interesante que nos puede ayudar a mejorar en cada frecuencia. Es la de imaginarte en el momento que te incomoda desde tu posición y después desde una vista en las alturas. Desde como entramos al pabellón, sentir y ver como subimos los escalones que nos llevan al ring, como pasamos por en encima de las cuerdas, como saludamos a los 4 lados del ring, como bebemos agua de las manos de nuestrx coach, etc. Si no podemos repetirlo realmente por falta de experiencia y numero de combates, vamos a imaginar estar en esas frecuencias que tanto nos aterran. Incluso el miedo más común; perder y defraudar a mi gente y a mi escuela, algo muy común en las primeras experiencias como luchadr/a. Vamos a cerrar los ojos en casa y vamos a imaginar que perdemos. En casi todas las ocasiones lo primero que pasa cuando perdemos es; el aplauso hacia nuestro rival, un abrazo de la esquina contraria y lo mejor de todo, el abrazo de tu coach. Sin olvidar todo el apoyo que solemos recibir de nuestra gente justo al bajar del ring. Hasta perder merece la pena si es luchando.
Todo está en familiarizar lo máximo posible un estado emocional, o como yo lo llamo una frecuencia.
Y esto lo podemos utilizar en todos los deportes, sobre todo en los individuales, incluso en la vida en general.
¿Por qué nunca llego a un equilibrio en el amor?
¿Por qué cuando convivo en pareja termina mal la cosa?
Puede ser porque no estás acostumbrado a vivir en esa frecuencia.
Todo en la vida es cuestión de aprender y tener paciencia para llegar a un equilibrio, pero si aceptamos cual es el fallo y en que emoción no estamos lo suficientemente comodxs para después mejorar, todo será más fácil y nos equivocaremos menos.
Muchas gracias y espero que os haya gustado.
